la belleza está muriendo y lo hace de una
forma permanente
por doquier
he ahí una verdad irrefutable
lo comprendemos
sí
oscuramente lo comprendemos
ayer hoy ahora
y ello contribuye a esos estados
de sorda desesperación
de contenida angustia
que a veces caminan con nosotros
obsesivos
esos estados
en que evocamos el sonido del nombre de la
rosa
cuando la rosa ya marchita
deshojada
ha dejado en nuestras manos un sendero de
espinas
la belleza está muriendo
comenzó a morir demasiado tiempo atrás
tanto
que los relojes no alcanzan por más arena
que devoren
está muerta
y estas líneas garabatos
vienen a ser una constatación obvia inútil
redundante
de la desdicha
(existencia
esa colección de cadáveres que somos)
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